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domingo, 31 de octubre de 2010

Mi corpiño nuevo

En este post voy a contar algo que me pasó realmente. Resulta que en cada cambio de estación suelo necesitar una actualización de ropa en general. Por "en general" me refiero no sólo a remeras, pantalones, etc., sino también, por supuesto, a ropa interior.
Si hay algo que me molesta muchísimo, y esta es solamente una de mis particularidades, es salir a comprar ropa. Porque si tuviera los bolsillos profundos y llenos, me internaría en un shopping y compraría todo ahí adentro, sin reparar en precios ni ofertas y todo a una temperatura ideal de 20º. Pero como no los tengo, bueno, toca salir a caminar por la peatonal, con frío o calor, metiéndome en cada bolichito que hay, buscando algo que me guste (dificultad número 1), que me entre (dificultad número 2), y que pueda pagar (dificultad número 3). Si se cumplen los tres requisitos por lo menos dos veces en una tarde, soy terriblemente feliz. Si no se cumplen, soy... bueno, yo.
La última vez, después de andar y andar estábamos ya todos repodridos (yo -la de la ropa-, mi mamá -la de la tarjeta-, mi hermana -también de la ropa-, y mi papá -el hombre atrapado en el infierno masculino por excelencia: de shopping con tres mujeres-), eran las ocho de la noche y quedaba la última parada: the underwear.
Arrastrando los pies, de mal humor y cansadísimos, entramos a una tienda de ropa interior. Como dije, no es algo que me fascine, así que no soy de las que anda mirando precios por la vida, ni siquiera suelo pararme a mirar vidrieras, por lo que realmente me shockearon los precios sobre todo de los corpiños.
Sean con arco, sin arco, armados, con push-up, lisos, estampados, con broche adelante, con broche atrás, ninguno baja de los 70, 80 pesos. Y sí, mis corpiños ya daban lástima, así que tenía que comprarme algunos. Estaba yo lamentándome anticipadamente de la plata que íbamos a gastar por un pedazo de tela (o pedacito, en mi caso), cuando veo que me habían dejado afuera. Así que me metí en el local y esperé a que nos atendieran.
Primero que nada, y para que entiendan el desenlace de la historia, tengo que aclarar que cuando estoy en esa situación (cansada, frustrada y, en el caso de ese día, apurada para llegar a ver la season premiere de Chuck), no presto mucha atención a lo que compro. Cuando vino la mujer a preguntarme qué necesitaba y le dije, me mostró un par de "mi talle" y me dijo que me probara por las dudas. Yo ya los veía que tenían una taza enorme. Pero enorme. De esas que había visto solamente colgando en la ducha de una amiga. Como no había de otro tipo (y a las ocho y media de la noche no iba a ir a otro lugar por un corpiño), me metí con uno de cada color al probador.
Eran grandes, duros, pero me quedaban bien, cómodos. NO ME PUSE LA REMERA PARA VER CÓMO QUEDABAN, porque la hora pasaba y quería llegar a tiempo a casa. Compré uno blanco y uno negro, y después los archivé.
Este finde me vine a Venado, después de cinco sin volver, y como acá no tengo nada, me traje uno de los corpiños nuevos, que no había estrenado.
Sábado a la noche: nos invitan a comer a la casa unos amigos. Me baño, y cuando me voy a vestir, veo el corpiño nuevo (cabe aclarar que los otros están para lavar, y que no me traje abrigo, porque estuvo haciendo calor toda la semana, pero ahora hay un viento que te volás -of course), así que voy y me lo pongo. Me termino de vestir, voy y me miro en el espejo. Y cuando miro mejor, veo que hay algo raro. Hay un par de cosas que sobran.
De repente y como por arte de magia, mis tristes 95 se convirtieron en exagerados 110. De golpe los botones de la remera, siempre perfectos, se empiezan a estirar. De improvisto, miro para abajo y hay algo que me impide verme los pies. Y en ese momento, medio preocupada, medio escéptica, toco. Y no siento nada. Es como rascarse la cabeza a través de un casco.
Y ahí empiezo a rememorar los acontecimientos del 20 de septiembre. Estoy en el probador y cuando miro el corpiño, veo que es grueso, grosísimo. Lo toco y parece una manopla para el horno. Lo vuelvo a mirar y tiene (les juro por mi vida) en la parte de abajo de la taza, una especie de borde sobresalido, que me hace acordar a una hombrera.
Y vuelvo a hoy: sigo como una pelotuda, parada enfrente del espejo, mirando esas dos montañas que no son mías, preguntándome cómo no me di cuenta que no estaba comprando un corpiño común, que estaba comprando en realidad una especie de protector genital (como el que usan los rugbiers) pero en versión femenina. Y, siendo como soy, empiezo a pensar en boludeces, sólo para justificar la tonelada de guita que gasté en esta mentira.
Y bueno, si alguien me quiere afanar, le doy un corpiñazo y listo. Cuando nos bajamos del auto, mi hermana para hacerme una joda, me pregunta ¿bajaste el postre? (lo llevaba ella) y yo le contesto sí, lo metí en el corpiño.
Pero la verdad es que me siento ridícula. Falsa. Así debe sentirse un estafador todos los días, pienso. Lo peor es que ahora tengo que usarlo. Y al otro como este también.
Así que, si me permiten una recomendación, presten atención cuando compran ropa interior. Sino pueden terminar con un híbrido entre corpiño y chaleco antibalas en su poder y encima la obligación de usarlo.
Por otro lado, puede que algún día este corpiño me salve la vida. No sé. Esa es mi historia. Entre lo ridículo y lo estúpido, pero en fin, así son también muchas de las otras cosas que me pasan.


Por favor, para hacerme sentir mejor, los invito a participar: ¿alguna vez les pasó algo similar? Hoy más que nunca, sus comentarios serán agradecidos...

7 comentarios:

  1. me encanto este post! es reirse un poco de la desgracia ajena tal vez.. pero bue, ya te veremos esta temporada poniendole el pecho a la bala! jajajaj =) un besO tef!

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  2. Muy bueno! ya con el titulo salio mate por la nariz por imaginarme lo que venia, jaja! Entiendo, es un garron tener que cambiar todo el contenido del armario, pero pasaba mas cuando eramos mas chicos, que creciamos un centimetro y medio por mes! Sin embargo, sigue pasando con la ropa interior. Tener un accidente y que te lleven al hospital y te agarren con agujeros en los calzones no debe dar una buena imagen. Menos que menos con una mina!!
    Ahora, para mi, no hay nada peor que las reducidas de talle que te hacen los forros de la lavandería!! Una vuelta me encogieron los calzones y las remeras. Sentía que los huevos se me habían metido para adentro de lo amullonaditos que estaban!!
    En fin. Le pasa a todo el mundo cot! Pero pobre tu viejo!Mis condolencias!
    Espero verte pronto con tus tetas nuevas!
    Un beso

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  3. jajajajajjajaj naaaa sos genial boluda...la proxima te acompaño yo...dejate de joder...adonde entras vos?? 70 y 80 $$...esos son para cristina k....yo compro por 30 y 40 ...asi q cuando quieras...(y no son los fucsias y violetas eeh) eeeeeey q te pasa con los corpi colgados en la ducha...COMPRAME UN TENDER...jajajaaj te pasasteeeee....

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  4. Mmm... Tuve un encuentro raro con ese especimen. En enero estaba ayudando ami amiga a armar el bolso de la hermana. Cuando me tira el corpiño de la hermana y lo toco... El primer comentario fue "por que tanto relleno?!" y desde ahi supe que mi amiga usa hombreras en el pecho....

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  5. Me pasa q soy talle 85 y cada vez que necesito un corpiño push up, la espalda d este talle es tan chikita q tengo q pedir 1 talle mas (90) que es mayor el espacio que ocupa el aire q lo que ocupa mi pecho Tambien me pasa q cuando pido conjuntos d RI, la "bombacha" es desproporcionada (mas chikita) en relacion al corpiño, la mayoria son cola less porque asi ahorran mas tela y a falta d sosten lo termino comprando y la tanga, la regalo a alguien d contextura menudita q la pueda usar.

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  6. Dónde los compraste? PASA LA DATA BOLÓ!!! jjajajjaja!
    Muy bueno el post!
    A mí me pasó peor: confié en mis cálculos malísimos evidentemente y no me los probé. Cuando los usé me quedaban grandes. Me encandilé cuando la chica me dijo: un 95 para vos. *.*

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  7. Muy buena la anécdota stefi, decile a tu viejo que se lo que se siente caer en ese circulo del averno (no del google +). Yo creo que si Dante Alighieri hubiera vivido hoy en día, hubiera puesto como la última parte del infierno (de la divina comedia) a un hombre acompañando a muchas mujeres de compras XD. en cuanto a tu chaleco antibalas podes sacarle algo bueno, ya estas un paso mas cerca de ser agente de la CIA (la próxima sarita walker) Y por último si te estás por perder la season premiere de Chuck, nose matá a la vendedora y llevate todos los corpiños en todos sus colores y talles y te los probás mientras ves Chuck.
    Nos vemos stefi

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