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sábado, 8 de febrero de 2014

El automegusteo en las redes sociales. Una aproximación.

1. Función original del “me gusta” 

Tanto el “me gusta” como el menos conocido “+1” han sido incorporados por las distintas redes sociales como mecanismos que permiten expresar conformidad respecto de las publicaciones compartidas por sus usuarios. En principio, su funcionalidad es clara: cuando un usuario le da “me gusta” a una publicación, está indicando su acuerdo con lo expresado. En el caso de publicaciones gráficas o audiovisuales, el sentido es más simple aun: al marcar el pulgar para arriba se está manifestando el gusto por las mismas.

 2. Una práctica nefasta

A nadie que use regularmente una o varias redes sociales y esté dotado de un poder de observación promedio se le puede escapar el hecho de que este tipo de plataformas fomenta ciertas tendencias narcisistas, egocéntricas y en algunos casos desafortunados, directamente ególatras en sus usuarios. Así las cosas, este culto a sí mismo ha degenerado en una práctica deleznable que, a los fines de esta investigación, hemos decidido denominar “automegusteo”(1).
No conformes con publicar enlaces –lo que ya de por sí indica una afinidad con el tema, y si no es así, siempre existe la posibilidad de aclararlo en una nota adjunta o epígrafe– ciertos usuarios recurren a esta práctica como medio de enfatizar que efectivamente gustan del contenido por ellos mismos publicado. Otros, más osados, eligen redoblar la apuesta, como diríamos coloquialmente, y al actualizar sus respectivos estados sienten la necesidad de manifestar de inmediato su conformidad con lo que acaban de expresar. Existe además un tercer grupo de personas que, no satisfechas con llevar a cabo las prácticas anteriormente descriptas, también aplican el automegusteo en fotos de sí mismas.

3. Una posible explicación desde el psicoanálisis 

Este extraño fenómeno ha captado la atención de la comunidad científica, y varias especialidades han intentado formular hipótesis acerca de su origen y difusión. Al respecto, llama especialmente la atención un paper publicado por la Universidad de California(2) que, entre otras cosas, afirma:

[...] el sujeto es víctima de una pulsión que genera una necesidad de autovalidación constante, y esto se exterioriza en el comportamiento aquí analizado […]

En otro fragmento –que no citaremos por cuestiones de espacio–, se hace referencia a la posible relación entre el automegusteo y el autoerotismo, aunque sin profundizar demasiado en el tema, dado que la analogía se vuelve, por momentos, engorrosa.
Lo que sí se advierte es que esta conducta podría ser consecuencia de la denominada pulsión escópica (del griego skóp, “mirar”). De manera sintética se puede decir que la mirada es una condición fundamental para la formación del sujeto, pero no es equivalente a la función fisiológica del ver. La mirada está relacionada con el deseo del otro, y si ésta no existe, el individuo no figura en el registro simbólico como sujeto de deseo. La sobreexposición que suele existir en la era de la Informática podría derivar entonces en una exacerbación de esta necesidad de ser visto y reconocido por el otro, pero a la vez, requiere primero una afirmación interna que debe externalizarse para ser conocida por los demás.
Por supuesto que se trata solamente de una teoría, pero, incluso desde nuestro campo, tenemos que reconocer que tiene sentido. Ya dijo Nietzsche que “El hombre se mira en el espejo de las cosas y reconoce como bello todo lo que le devuelve su imagen”.

4. Recepción 

En general, la respuesta a estas prácticas es negativa. No sólo porque “dejan en evidencia ciertos rasgos de amigos y familiares que a veces es preferible no conocer”, sino también porque es una de las principales causas registradas de vergüenza ajena, rankeando cuarta en el top ten, debajo de gente que usa riñonera, amigos bajo los efectos del alcohol y/o estupefacientes y los padres y su relación con la tecnología (ver artículo Sobre la vergüenza propia y ajena. Similitudes, diferencias y puntos de contacto).
Con el objeto de realizar una aproximación lo más exacta posible, se llevó a cabo un trabajo de campo en virtud del cual fueron encuestadas 8362 personas de entre 16 y 65 años de ambos sexos y registradas en alguna red social que ofreciera la opción del automegusta (condición excluyente para computar las respuestas). Aquí transcribimos los resultados:
- El 1 % expresó su indiferencia ante esta conducta.
- El 4 % manifestó su desacuerdo aunque aseguró no prestarle demasiada atención.
- El 7 % reconoció haber automegusteado sus propias publicaciones de manera ocasional en el pasado.
- El 12 % declaró ejercer esta práctica por considerar que los hace más populares y atractivos.
- El restante 76 % coincidió en que el automegusta es tan atractivo como ver a alguien autosatisfaciéndose en la vía pública.


5. Perspectivas a futuro y conclusión


Como consecuencia de esta sobreexposición fomentada por las redes sociales y que ya comentamos más arriba, concluimos que este es un fenómeno que será difícil erradicar del todo. La costumbre de hacer públicos la mayoría de los acontecimientos de nuestras vidas genera un deseo inconsciente de que los demás se vean representados por ellos, se sientan identificados por ellos, y por ende, por nosotros mismos. En definitiva, se busca generar un tópico común que proporcione una sensación de cercanía con otros. Pero es un hecho conocido que la autoestima y el amor propio no dependen exclusivamente de los demás, sino que tienen su origen y raíz en nosotros mismos, por lo que, antes que la validación de los demás, necesitamos tanto o más de la propia, que debe ser tan pública como el resto de nuestros asuntos. Así se genera un círculo vicioso y, dado la evolución lógica de las cosas, se suman cada vez más adeptos.
Cabe preguntarse entonces si hemos llegado tarde para proponer una resignificación de lo público y lo privado en términos cibernéticos, y si es posible dar marcha atrás con este tipo de conductas que, si bien no lastiman –físicamente– a nadie, sí dejan expuestas a algunas personas que no terminan de comprender lo que un simple “me gusta” en una publicación propia puede simbolizar.
Si las respuestas a los interrogantes planteados son positivas o negativas, el tiempo y la Todopoderosa Internet lo dirán.

(1) Término pendiente de aprobación por la RAE.
(2) Self-like, self-love and the loss of self-respect, Dr. Arthur Ham, Ph. D.

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