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domingo, 31 de octubre de 2010

Mi corpiño nuevo

En este post voy a contar algo que me pasó realmente. Resulta que en cada cambio de estación suelo necesitar una actualización de ropa en general. Por "en general" me refiero no sólo a remeras, pantalones, etc., sino también, por supuesto, a ropa interior.
Si hay algo que me molesta muchísimo, y esta es solamente una de mis particularidades, es salir a comprar ropa. Porque si tuviera los bolsillos profundos y llenos, me internaría en un shopping y compraría todo ahí adentro, sin reparar en precios ni ofertas y todo a una temperatura ideal de 20º. Pero como no los tengo, bueno, toca salir a caminar por la peatonal, con frío o calor, metiéndome en cada bolichito que hay, buscando algo que me guste (dificultad número 1), que me entre (dificultad número 2), y que pueda pagar (dificultad número 3). Si se cumplen los tres requisitos por lo menos dos veces en una tarde, soy terriblemente feliz. Si no se cumplen, soy... bueno, yo.
La última vez, después de andar y andar estábamos ya todos repodridos (yo -la de la ropa-, mi mamá -la de la tarjeta-, mi hermana -también de la ropa-, y mi papá -el hombre atrapado en el infierno masculino por excelencia: de shopping con tres mujeres-), eran las ocho de la noche y quedaba la última parada: the underwear.
Arrastrando los pies, de mal humor y cansadísimos, entramos a una tienda de ropa interior. Como dije, no es algo que me fascine, así que no soy de las que anda mirando precios por la vida, ni siquiera suelo pararme a mirar vidrieras, por lo que realmente me shockearon los precios sobre todo de los corpiños.
Sean con arco, sin arco, armados, con push-up, lisos, estampados, con broche adelante, con broche atrás, ninguno baja de los 70, 80 pesos. Y sí, mis corpiños ya daban lástima, así que tenía que comprarme algunos. Estaba yo lamentándome anticipadamente de la plata que íbamos a gastar por un pedazo de tela (o pedacito, en mi caso), cuando veo que me habían dejado afuera. Así que me metí en el local y esperé a que nos atendieran.
Primero que nada, y para que entiendan el desenlace de la historia, tengo que aclarar que cuando estoy en esa situación (cansada, frustrada y, en el caso de ese día, apurada para llegar a ver la season premiere de Chuck), no presto mucha atención a lo que compro. Cuando vino la mujer a preguntarme qué necesitaba y le dije, me mostró un par de "mi talle" y me dijo que me probara por las dudas. Yo ya los veía que tenían una taza enorme. Pero enorme. De esas que había visto solamente colgando en la ducha de una amiga. Como no había de otro tipo (y a las ocho y media de la noche no iba a ir a otro lugar por un corpiño), me metí con uno de cada color al probador.
Eran grandes, duros, pero me quedaban bien, cómodos. NO ME PUSE LA REMERA PARA VER CÓMO QUEDABAN, porque la hora pasaba y quería llegar a tiempo a casa. Compré uno blanco y uno negro, y después los archivé.
Este finde me vine a Venado, después de cinco sin volver, y como acá no tengo nada, me traje uno de los corpiños nuevos, que no había estrenado.
Sábado a la noche: nos invitan a comer a la casa unos amigos. Me baño, y cuando me voy a vestir, veo el corpiño nuevo (cabe aclarar que los otros están para lavar, y que no me traje abrigo, porque estuvo haciendo calor toda la semana, pero ahora hay un viento que te volás -of course), así que voy y me lo pongo. Me termino de vestir, voy y me miro en el espejo. Y cuando miro mejor, veo que hay algo raro. Hay un par de cosas que sobran.
De repente y como por arte de magia, mis tristes 95 se convirtieron en exagerados 110. De golpe los botones de la remera, siempre perfectos, se empiezan a estirar. De improvisto, miro para abajo y hay algo que me impide verme los pies. Y en ese momento, medio preocupada, medio escéptica, toco. Y no siento nada. Es como rascarse la cabeza a través de un casco.
Y ahí empiezo a rememorar los acontecimientos del 20 de septiembre. Estoy en el probador y cuando miro el corpiño, veo que es grueso, grosísimo. Lo toco y parece una manopla para el horno. Lo vuelvo a mirar y tiene (les juro por mi vida) en la parte de abajo de la taza, una especie de borde sobresalido, que me hace acordar a una hombrera.
Y vuelvo a hoy: sigo como una pelotuda, parada enfrente del espejo, mirando esas dos montañas que no son mías, preguntándome cómo no me di cuenta que no estaba comprando un corpiño común, que estaba comprando en realidad una especie de protector genital (como el que usan los rugbiers) pero en versión femenina. Y, siendo como soy, empiezo a pensar en boludeces, sólo para justificar la tonelada de guita que gasté en esta mentira.
Y bueno, si alguien me quiere afanar, le doy un corpiñazo y listo. Cuando nos bajamos del auto, mi hermana para hacerme una joda, me pregunta ¿bajaste el postre? (lo llevaba ella) y yo le contesto sí, lo metí en el corpiño.
Pero la verdad es que me siento ridícula. Falsa. Así debe sentirse un estafador todos los días, pienso. Lo peor es que ahora tengo que usarlo. Y al otro como este también.
Así que, si me permiten una recomendación, presten atención cuando compran ropa interior. Sino pueden terminar con un híbrido entre corpiño y chaleco antibalas en su poder y encima la obligación de usarlo.
Por otro lado, puede que algún día este corpiño me salve la vida. No sé. Esa es mi historia. Entre lo ridículo y lo estúpido, pero en fin, así son también muchas de las otras cosas que me pasan.


Por favor, para hacerme sentir mejor, los invito a participar: ¿alguna vez les pasó algo similar? Hoy más que nunca, sus comentarios serán agradecidos...

miércoles, 13 de octubre de 2010

Fotos de Perfil

Todos los que formamos parte (o incluso los que entraron alguna vez a chusmear) de una o varias redes sociales o alguna página, como Taringa!, sabemos que para poder pertenecer y tener tu propio espacio, tenés que contestar y rellenar una serie de requisitos mínimos de identificación, lo que ha dado en llamarse "perfil".
Es interesante ver cómo la mayoría de estas páginas permiten elegir las opciones que podrán ver los demás, dejando a discreción del -podríamos decir- titular, el mostrar todos, algunos o casi ninguno de los requisitos pedidos.
En el caso del Facebook, por ejemplo, tenemos la pestaña Información, que permite mostrar desde el sexo y la fecha de nacimiento hasta el estado civil, orientación sexual e ideología política; sin contar los gustos personales en cuanto a música, libros, películas y demás y hasta el mail, teléfono y dirección.
El Twitter, en cambio, con su filosofía de economía de caracteres, pide solamente un nombre de usuario, características generales e internas para la configuración de la cuenta y da la posibilidad de poner, en el cuadrito que dice Biografía, un acerca de ti en 160 caracteres.
Con estos ejemplos, trato de ilustrar la diversidad de opciones que hay según cada página.
Pero no era esto de lo que quería hablar, sino de lo que a pesar de todas las diferencias que pueda llegar a haber, estas páginas tienen en común, que es la foto de perfil.
Este elemento tan particular tiene la virtualidad de hacernos formar una opinión sobre el dueño del perfil apenas con una mirada. Es lo que determina, muchas veces, por ejemplo, si seguimos a esa persona en Twitter, o aceptamos la solicitud de amistad en Facebook.
Hay distintos tipos de foto de perfil, que voy a tratar de enumerar y describir a continuación.
1) Foto trucha: la de la top model 90-60-90 en bikini, en una isla tropical y con un trago con una sombrillita en el borde del vaso; o la del yeguo con unos bíceps del tamaño del tronco de un árbol, con un abdomen en el cual nuestras abuelas se hubieran pasado horas lavando la ropa con gusto. ¡¡¡FAKE!!! O sea, date cuenta, pibe/a, ¡nadie se la traga!
2) Foto de un famoso: acá hay que diferenciar. Si la foto es de un cantante o músico de cualquier tipo, puede indicar que la persona es fan de la música, y de ese artista en particular. Si es de un actor/actriz puede dar a entender que es fan de él/ella o, en su defecto, que le tiene ganas a él/ella. Si la foto es de un dibujito animado o serie, generalmente da la pauta de que el/la tipo/a es un/a freak de aquellos/as (como yo, que tengo un twibbon de Chuck). O, en cualquiera de los casos enumerados anteriormente, puede significar que la persona es un loser que no tiene vida o que es tan pero tan feo que pone imágenes de gente cool para poder relacionarse con el mundo.
3) Foto hot: acá hay dos interpretaciones posibles. La primera es, bueno, que la mina (porque en general son minas las que ponen fotos con cara de orgasmo sostienendo algún elemento con forma fálica mientras desvían a propósito la mirada de la cámara, para que parezca casual) está o muy necesitada o muy en contacto con su sexualidad, siendo lo último la forma delicada de decir que vive tratando de calentar tipos. La segunda es que tiene un problema grave de autoestima y esa es la forma de atraer seguidores y/o amigos, que en su mayoría terminan siendo depravados y/o psicópatas.
4) Foto cool: haciendo salto BASE, rafting, rappel, snow board o alguna de esas cosas. Es la foto que dice sólo te sigo si sos tan cool como yo. No lo sigas, no te va a seguir nunca a menos que hayas escalado el Himalaya tres veces consecutivas, en invierno y en tanga.
5) Foto pose: la que mira la cámara, sonriendo, girando un poco la cabeza (generalmente hacia la izquierda) y con ojos de cachorro de golden retriever. ¡¡¡FAKE AGAIN!!! Lo más probable es que esa indefensión y ternura que transmite la foto sean todo lo contrario a lo neurótica, controladora e insoportable que es en la vida real. Nunca confíes en un golden retriever. Digo, en los ojos de cachorro. Digo, en la mina que sube esa foto. (#Lapsus)
6) Foto es la única en que salí bien: esta es mucho más tramposa que cualquiera de las que estuvimos viendo hasta ahora. Sólo te das cuenta si algún día y a consecuencia del embole crónico decidís ver alguno de los álbumes que colgó. Sí, sí: es él el que está medio desnudo en el piso, aferrado a la botella como si fuera el último salvavidas disponible en el hundimiento del Titanic, con los ojos cruzados y ese cacho de pizza en el pelo, mientras con lo que queda de su remera trata de limpiarse el resto de vomitada de la cara. Sí, es ella, la que te embaucó con la foto de diva del perfil, con el crecimiento negro de 15 cm (¡y vos que pensaste que era rubia natural!), ocho kilos más (porque la foto era de la secundaria) y planísima (porque sí, ahora la bikini también viene con relleno).
7) Foto cara de tarado: esta es probablemente la más sincera de todas. Está puesta como para decir mirá que buena onda que soy, hago caras y me la banco, pero en realidad, la mayoría de las veces esa cara es su cara. Y cuando ves el resto de los álbumes (como en el caso anterior) empezás a dudar entre llamar al Borda o cambiar las cerraduras de las puertas de tu casa, por las dudas. (Musiquita de Psicosis de fondo)
8) Foto con mamá: si es una mina, ok, es tierna, mirá cómo quiere a la mami. Si es un chico, nena, salí corriendo: o es puto o nunca vas a estar a la altura de la que lo parió. Después no digas que no te avisé.
9) Foto existencial: sentado en una piedra a la orilla del río/mar, mirando hacia el horizonte y con cara de estar tratando de sacar la raíz cuadrada de doscientos veinte mil setecientos ochenta y cuatro (o el 20% de 1300, en mi caso). Es el philosopher wannabe; el que en el fondo se siente identificado con los emo (sacando el peinado ridículo); el que más de una vez pensó en retirarse del mundo para irse a vivir a una cueva; el que de ringtone tiene All by myself. Ok, capaz que no tanto, pero suele ser un tipo complejo, a veces difícil de entender, que twittea cosas como Dios ha muerto o El hombre es lo que hace con lo que hicieron de él, o hace comentarios de libros que nadie sabe que existían. Dale a todo me gusta y vas a ver que de un día para el otro, sos su mejor amigo.
10) Foto en blanco y negro/sepia/coloreada al estilo Mago de Oz: en los dos primeros casos puede ser que se trate de una foto artística, de esas tan de moda hoy. En el último ya se complica más, porque si se trata de una mina flaca, sin arrugas y jovencísima, entonces probablemente sea una foto de hace 30 años de la vieja arrugada y con todo caído que descubrió el Facebook por sus hijos y lo está usando para reencontrarse con sus compañeros de la promo '68. Si es de un tipo pintón, con campera de cuero y moto al estilo Harley Davidson, es muy posible que sea de un cincuentón divorciado en busca de señoritas con foto hot de perfil (remitimos al punto 3 de esta enumeración).

Y esos son, más o menos, los tipos de foto de perfil que se me ocurrieron. Siéntanse libres de comentar al respecto y agregar los que hayan faltado.


¡LEER!
Nota Importante: soy una convencida de que la belleza se encuentra en el interior, por lo que no hice este post a modo de ofensa o crítica superficial, sino para hacer reír. Si resulta ofensivo o lesiona de alguna manera los sentimientos de quien lee, pido mil disculpas, y si lo requieren en el sector comentarios, bajo la entrada.

viernes, 8 de octubre de 2010

Canciones ¿Infantiles?

Cuando éramos chiquitos nuestros padres, abuelos, tíos y todo adulto que hayamos tenido al lado, nos cantaban canciones que quedaron grabadas en nuestras memorias y que incluso hoy nos descubrimos tarareando alguna vez. Hoy quiero analizar con ustedes algunas de las que más recuerdo. Los invito, entonces, a viajar hacia atrás en el tiempo, donde las canciones infantiles tenían contenidos dignos de ser escuchados y difundidos. Vamos entonces...

1) Empezamos con una soft: mensaje machista no muy bien disimulado

a) (...)Me arrodillo a los pies de mi amante,
me levanto constante, constante (...)

b) (...) con un pasito atrás, haciendo una reverencia (...)

Más claro, imposible. Así tiene que ser la mujer, sumisa, dócil, debe arrodillarse a los pies de su amante y levantarse cuando él lo ordene, sin olvidar hacer una reverencia. Todo, manteniendo la constancia. Hablando de mensajes subliminales. Quiero dejar algo clarísimo: el machismo isn't over!! Y el que se atreva a decirme feminista, se las va a tener que ver conmigo...

2) Falta de respeto hacia la tercera edad:

Que llueva, que llueva, la vieja está en la cueva
Los pajaritos cantan, la vieja se levanta...

Lo mejor de todo es que después te cagaban a pedo si te escuchaban decir "viejo" en público. Ahí ponían cara de "no sé de dónde saca este/a chico/a estas cosas" y se disculpaban con el blanco de la ofensa con algo del estilo de "le dije mil veces que diga señor/a, pero vio cómo vienen los chicos ahora..."

3) No sé muy bien cómo titular esto, pongámosle... leré:

Un cocherito, leré
me dijo anoche, leré
si yo quería, leré
pasear en coche, leré

Hasta el día de hoy no tengo la menor idea de qué es ese leré. No tengo mucho más para decir sobre esto. En realidad, dudo que se lo merezca.

4) Violencia familiar:

Todos los patitos se fueron a bañar
y el más chiquitito se quiso quedar
la mamá enojada le quiso pegar
y el pobre patito se puso a llorar.

Lo único que tranquiliza mi conciencia es que la mamá le quiso pegar, pero se ve que no lo logró, aunque el patito, inmensamente traumado, calculo yo, se largó a llorar. A Dios gracias por la Convención sobre los Derechos del Niño.

5) Zoofilia subliminal:

Qué felices viviremos
cuando vuelvas a mi lado
con sus quesos, con tus besos
los tres juntos, ¡qué ilusión!

Ponele que te crea que la vaca da leche merengada. Ponele que mate moscas con el rabo. Pero la última imagen que evoca la estrofa final no es linda. No es algo para cantarle a un chico. El que canta, la que vuelve y la vaca, los tres tienen que hacer terapia. Y no de grupo, ¡por favor!

6) Morbo en las canciones infantiles:

Pinocho (fragmentos)

a) (...) un cruel espantapájaros bandido
lo sorprendió dormido y lo atacó (...)

b) (...) llegó con su nariz hecha pedazos
y una pierna en tres partes astillada
y una lesión interna y delicada (...)

c) (...) al viejo cirujano llamaron con urgencia
y con su vieja ciencia, pronto lo remendó
pero dijo a los otros muñecos internados
todo esto será en vano, le falta el corazón (...)

c) (...) entonces llegó el Hada protectora
y viendo que Pinocho se moría
le puso un corazón de fantasía
y Pinocho sonriendo despertó.

Por si no eran suficientes el Cuco, el Hombre de la Bolsa y el monstruo que vivía abajo de la cama, encima venían y te cantaban sobre un espantapájaros que agarra al muñeco más bueno del planeta y lo hace bosta. Encima, lo agarra cuando está dormido. ¿Saben por qué no se canta más? Insomnio asegurado hasta los ocho años, posible incapacidad nocturna para retener líquidos y pesadillas entre Saw y Jeepers Creepers.
Y para enfatizar el efecto Crónica TV, no sólo relata cómo lo ataca el espantapájaros del mal (a traición y sobre seguro, con evidente alevosía), sino que especifica todas y cada una de las lesiones: la nariz hecha pedazos; la pierna, no en una, no en dos, sino en ¡tres! partes astilladas y una lesión interna y delicada que cuando avanza la canción, nos enteramos que es la ausencia del corazón, probablemente porque el espantapájaros se lo comió, para volver a ser humano. A todo esto, el cirujano lo remienda, pero le avisa a los otros muñecos internados que todo es en balde. Volviendo un poco para atrás, Dios nos libre de más canciones explicando por qué estaban internados los otros muñecos. Personalmente, me parece que todos tuvieron la mala suerte de vivir en la primavera nº 23. Un horror. Pero, para salvarnos del daño irremediable que nos podría haber causado la historia si concluía con la muerte del pobre Pinocho, viene el Hada y viendo que se moría (imagen hermosa, otra vez, para los chicos) le termina poniendo un corazón de fantasía, y él se despierta sonriendo, como si nada. Era más fácil inventar una canción donde Pinocho se la pasara sonriendo, obviando al Creeper y listo.

Mambrú (fragmentos)

a) La Navidad se pasa
chiribín chiribín chin-chin
la Navidad se pasa,
Mambrú no vuelve más
ah ah ah ah ah ah
Mambrú no vuelve más...

b) Mambrú se ha muerto en guerra
chiribín chiribín chin-chin
Mambrú se ha muerto en guerra
lo llevan a enterrar
ah ah ah ah ah ah
lo llevan a enterrar...

Todo arranca bien. Mambrú se va a la guerra chiribín, chiribín chin-chin, aunque no se sabe si vendrá para Pascua o para Navidad. Pasa Pascua, pasa Navidad y ¡pum!, sin anestesia, Mambrú no vuelve más. Pero no porque conoció a alguien allá en la guerra, se casaron y tuvieron hijos. No porque le gustó el lugar y decidió quedarse a vivir ahí. No, Mambrú se murió en la guerra y lo llevan a enterrar, todo esto sin aflojarle ni al chiribín chiribín chin-chin (?) ni al ah ah ah ah ah ah, que suena más a risa que a condolencia. Tengo que agregar que hace poco me enteré que Mambrú se moría, a esa parte no me la cantaban a mí. Probablemente porque sabían que no podría soportarlo, por lo menos no después de lo de Pinocho (tener en cuenta que el pobre Mambrú no tenía un Hada protectora...)

7) Identidad sexual:

(...) yo soy la viudita del barrio del rey
me quiero casar y no sé con quién
con ésta sí, con ésta no,
con esta señorita me caso yo.

Lucha por la identidad sexual. La viudita, una adelantada: no sólo sale del closet en la Edad Media, sino que encima, anuncia su deseo de contraer nupcias con una determinada señorita. Aunque estoy imaginando que la historia no termina bien y las pasan a las dos por la guillotina. La intolerancia de aquellas épocas...

Aparte, pongo esta, con un mensaje antibullying (y mi preferida, de paso):

a) Era Rodolfo un reno
que tenía una nariz
roja como la grana
y de un brillo singular.

b) Todos sus compañeros
se reían sin parar
y nuestro buen amigo
triste y solo se quedó.

c) Pero Navidad llegó
Santa Claus bajó
y a Rodolfo lo eligió
por su singular nariz

d) Tirando del trineo
fue Rodolfo sensanción
y desde ese momento
toda burla se acabó.


Moraleja: los que se cagan de risa de la gente, generalmente terminan trabajando para sus "víctimas". Es mejor tener la nariz roja que nada que te haga sobresalir. Y seguro, que mañana vas a causar sensación en lo que sea que hagas. En dos palabras: Rodolfo rulezzzzzzz!!


Y no me acuerdo de ninguna más. Pero seguro que las hay. Después de rememorar estas bellas letras, estoy empezando a ver al Sapo Pepe con otros ojos...


¿Se acuerdan de alguna otra canción con algún mensaje (bueno o malo) escondido?

miércoles, 6 de octubre de 2010

Pesos Pesados

La mayoría de las veces (lamentablemente) suele pasar que caemos a algún lugar y nos encontramos con ese o esa que queremos evitar a toda costa. A mí particularmente me pasa que tengo que estar de un humor muy especial para poder lidiar con determinadas personas. Siempre hay alguien que es para ver, digamos, una vez al año. O cada dos o tres.
Lo peor en estas situaciones es que por el bienestar del grupo, una tiene que adaptarse, entonces saludás, te vas a sentar y solamente quedan libres los asientos de la punta, a la derecha y a la izquierda del pesado (obviamente, todos están amontonados al otro extremo de la mesa). Ahí empezás a putear y a auto-recriminarte cada cosa que hiciste en el día y te llevó a ese lugar y momento (si no me hubiera levantado tarde... - si no me hubiera colgado con el facebook no se me habría evaporado el agua para los fideos ni habría tenido que ponerla a hervir otra vez - si no hubiera comido mientras chateaba no se me habrían caído los fideos a la mierda ni habría tenido que limpiar el enchastre (ni terminar comiendo una manzana) - si no hubiera tenido que limpiar el enchastre habría podido bañarme antes y llegar más temprano y ahora no estaría sentada al lado de este - y cosas por el estilo).
Pero una vez confinada a la punta de la mesa, a esa a la que todos le dan la espalda y las conversaciones interesantes no llegan, estás hecha. Y bueno, ya estoy acá, charlo un poco con este y al primero de aquellos HDRMP que se levante, le cago el lugar... Y tratás de poner buena cara, hacerte la simpática y cometés el garrafal error de preguntarle cómo anda. Y es ahí cuando te empieza a contar sobre cada aspecto de su vida, con lujo de detalles. Y mientras sigue con su eterno relato de lo que sufrió cuando se rompió aquella uña en el '93 cuando se cayó del triciclo en el patio de la casa de su tía, vos por dentro empezás a cantar en orden las canciones de tu disco preferido, o planeás la estrategia a desarrollar en la próxima partida de T.E.G., repasás en orden descendente los artículos del código penal, pensás en lo loco que sería cruzar una cebra con una morsa y demás boludeces que ayuden a mantenerte despierta por lo menos durante el tiempo que la educación lo requiere.
Y de reojo ves cómo los demás la pasan bárbaro, ignorándolos al pesado y a vos, que caíste en la lista negra por asociación. De vez en cuando largás un ahá o un mirá vos de esos que llenarían de orgullo a tu madre si te viera en esa situación.
Pero seguís mirando de reojo y te empezás a calentar. Y cuando mirás de nuevo al locutor frustrado que tenés al lado, que no para, empezás a carraspear, a moverte de un lado para el otro y a contestar cada vez peor, mientras por dentro ya dejaste de cantar, decidiste adoptar la más feroz estrategia Napoleónica, terminaste convenciéndote que hablar sin límites debería ser un delito (omisión trágica del legislador) y que la cersa (o la morbra, todavía no estás seguro) debería estar sujeta a estricta dieta de gente insoportable.
Y por ahí ves que uno se levanta, saluda en general y pensás esta es la mía, pero el forro no para de hablar y vos no podés cambiarte de lugar sin sentir esa culpa que el resabio de los putos años de buena educación te provoca. Así que agarrás, esperás que termine con la última de las anécdotas intrascendentes que te estaba contando, decís un último ahá, tirás la que esperás sea tu última sonrisa falsa de la tarde/noche y te corrés.
Y siempre de reojo, ves que el tipo se levanta también y se vuelve a sentar al lado tuyo. Tratás de ignorarlo y te prendés en la conversación de los otros, tirás un par de chistes, te reís un poco, y en el mismísimo momento en que cerrás la boca, el otro te toca el hombro y te dice ahhhhhhh, no sabés lo que me pasó la otra vez. Y vos, ya hinchada las pelotas, no le das ni tronco de bola y te girás 45º, cosa de que se dé cuenta.
Pero en general, el pesado no sabe captar indirectas ni tiene noción del respeto del espacio personal, por lo que, no dándose por aludido, empieza a narrar aquello tan interesante que vos no sabías que le había pasado la otra vez. Y mientras habla, habla y habla ya abandonaste cualquier sutileza y empezás a pensar en el top 5 de posibles crímenes perfectos. Por fin, ves que mira el reloj y, como música para tus oídos pronuncia la única frase que realmente querías escuchar uhhh, qué tarde que es, me tengo que ir. Y vos sonreís, aliviadísima, mientras todos los pensamientos oscuros que estabas teniendo se transforman automáticamente en corazones, florcitas y unicornios. Y cuando se cierra la puerta (¡por fin!) lanzás un terrible suspiro y volvés a la conversación.
Pero el alivio repentino y la alegría exagerada no duran mucho, porque están hablando de lo terriblemente cansador que es tener que bancar al que se termina de ir, y ahora empezás a pensar pero qué HDP si yo fui la que se clavó con ese desgraciado toda la tardeee!!! Y como tus nervios ya fueron puestos a prueba lo suficiente por ese día, te levantás, sonreís a lo falso otra vez y anunciás que te vas.
En el camino vas pensando en toda la serie de eventos desafortunados del día, mientras de a poco se te empieza a ir el dolor de cabeza. Cuando llegás a tu casa, pensás es al pedo, no debería haber ido. Así que prendés la compu, ponés algo de música, y cuando abrís el facebook: the horror. "Usted tiene una nueva solicitud de amistad" y la fotito de al lado que hace que aflore nuevamente tu inner serial killer. Respirás hondo, le das Ignorar, apagás la compu y te vas a la cama. Cerrás los ojos y solamente atinás a pensar gracias a Dios, mañana será otro día.


(Aclaración: esto es una situación total y completamente hipotética. Nunca me pasó así tal cual)



Y ustedes, ¿cuál es la peor situación o la peor persona en/con que se encontraron?


lunes, 4 de octubre de 2010

Introducción

Como ya sé que los que van a leer son los mismos de siempre y probablemente porque los persiga, torture y atormente hasta que les gane por cansancio, haciendo que lean y comenten, como hace un par de años, no voy a perder tiempo en presentaciones y sin más solemnidades, doy por inaugurado este nuevo blog.
A continuación, aclaro dudas...

FAQ:


Q: ¿Por qué te hiciste otro, si ya tenías ese de nombre raro hace unos años?
A: Bueno, porque justamente me pareció interesante empezar de nuevo y en limpio, sin tener que seguir el mismo modelo del anterior.

Q: "Interesante"... ¿o sea que no vas a seguir el mismo modelo del anterior?
A: Probablemente sí. Pero no digas nada.

Q: ¿Vas a perseguir a todos tus amigos todo el tiempo para que lean esos posts larguiiiiiísimos que escribís?
A: Sin dudas. Prepárense.

Q: ¿Por qué te hacés un blog para escribir lo que pensás si ya nos conocemos?
A: Es una suerte de catarsis. Tomalo o dejalo.

Q:
Blogger, Facebook, Twitter... ¿alguna otra cosa que nos quieras obligar a usar?
A: Por ahora no. Pero la tecnología avanza rapidísimo. Cuando menos lo esperen...

Q:
¿Vas a contestar los comentarios? ¿Si no los contestás es porque no te gustan?
A: No, no los voy a contestar, y no porque no me gusten, sino porque cada uno tiene derecho a expresar lo que piensa sin que se arme debate por cada opinión. A menos que quieran. Esa es otra de las razones por las que escribo.

Q: ¿Cada cuánto vas a actualizar?
A: Cada cuanto se me ocurra de qué escribir...

Q: ¿Temas a tratar?
A: Los que me interesen. O les interesen. O los que no. Todos, ninguno... veremos.

Q: ¿Alguna otra duda?
A: Emmm... vos sos el de las preguntas, yo respondo nomás...

Q: Ok, entonces nos vemos en la próxima entrada.
A: You bet.