Nunca fui una persona muy paciente. Aquellos que me conocen pueden dar cuenta de ello, aunque podría decirse que con los años he ido mejorando un poco y renegando menos por ciertas cosas que son inevitables. Sin embargo, algo que todavía no logro superar son las colas. Y no hablo de cierta parte de la anatomía, sino de las filas de gente que se acumulan cada vez que hay que pagar un impuesto, pasar por la caja del supermercado, etc.
Vayas adonde vayas, siempre, siempre vas a tener que hacer cola para algo. Esto puede resultar un poco obvio o incluso redundante para una persona nacida y criada en una ciudad relativamente grande, pero tienen que entender que para nosotros, pueblerinos por naturaleza, es, hablando un poco en criollo, un dolor de huevos.
La cantidad de tiempo que se pierde estando ahí parado es incalculable. Piensen simplemente en un negocio normal, un día normal en un horario normal. Dos o tres personas adelante suyo van a encontrar seguro. ¿Que de dónde salen? Y, bueno, eso quisiera saber yo, pero a pesar de que los recursos y los espacios son cada vez más escasos, la gente insiste con esto de seguir reproduciéndose. Bueno, ahí tienen. Cada vez somos más y todos necesitamos comprar cosas, pagar impuestos, sacar un turno en la guardia, ir a comprar las tarjetas de la graduación y demás. Lo que está clarísimo es que mientras esperamos parados como unos boludos, la vida se nos pasa y no nos hacemos más jóvenes, por lo que sería interesante implementar ciertas técnicas de aprovechamiento del tiempo -ese que, encima, siempre parece faltarnos- para que las colas no sean un adelanto del infierno en la tierra, sino que por lo menos no sean una pérdida total de una fracción considerable de nuestro día.
De hecho, fue debido a esta -molesta- circunstancia que hace un tiempo decidí empezar a llevar siempre en la mochila o en la cartera un libro para aprovechar el tiempo y de paso no morirme del embole. Además, así se te pasa más rápido (después está el tema de que justo en la mejor parte te llaman, pero todo no se puede). Así que después de muchos años, volví a ser "la loca de los libros", con la diferencia de que antes me encerraba en mi casa y no salía por quedarme a leer, y ahora cada vez que salgo, leo. Por lo que si alguna vez andan por Rosario y ven a alguien haciendo cola o esperando a ser atendida en algún lado con la nariz enterrada en un libro, no jodan, que capaz que soy yo. Es cierto que la otra vez se me abrió el paquete de 9 de Oro y tanto El Aleph como las Meditaciones se me llenaron un poco de migas, pero esa es una historia para otro día.
Y ustedes ¿qué hacen cuando tienen que esperar en una cola? ¿Qué implementarían para que se les haga menos pesada la espera?
Comenten y hasta la próxima.
PD: I'm back. No sé cuánto me va a durar, pero espero poder actualizar más seguido.
no puede existir una mina tan copada como vos!!
ResponderEliminarYo miro a la gente que también está en la cola y le invento historias... Ponerme impaciente debe ser tan fructífero como tocar bocina y putear cuando uno anda en auto.
ResponderEliminarAnita
Tanta tecnologia y no hay nadie capaz de erradicar las colas
ResponderEliminar